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Utopías Mexicanas, Parte 2




Francisco I. Madero y la utopía de la democracia


En 1908, el rico hacendado coahuilense, Francisco Ignacio Madero, inspirado en la democracia francesa y en las instituciones republicanas propuestas en El Contrato Social de Jean Jaques Rousseau, redactó su propia utopía para México, a la que tituló “La sucesión presidencial en 1910”, proponiendo la instauración de un sistema democrático efectivo en nuestro país.

Imagen: Francisco I. Madero


En los meses siguientes formó junto con otros dirigentes políticos el Partido Antirreeleccionista y emprendió su campaña, sin embargo, antes de las elecciones fue encarcelado por el presidente Porfirio Díaz, lo que dio origen a la Revolución. Al triunfar Madero fue electo presidente y gobernó por más de un año, pero en febrero de 1913 fue derrocado y asesinado mediante un golpe militar.


En la visión utópica de Madero, la instauración de un régimen plenamente democrático en México, ofrecería a todos los ciudadanos la posibilidad de participar políticamente para plantear las propuestas que garantizaran el bienestar de la sociedad entera. Su fe casi ciega en la democracia quedó en la memoria de los mexicanos como un ejemplo a seguir en la búsqueda del logro de una sociedad en la que privaran

la libertad y participación ciudadana.

Imagen: El gobierno de Francisco I. Madero


La utopía indigenista de Felipe Carrillo Puerto


Si viajamos en el tiempo y en el espacio nos encontraremos con una de las más originales utopías que han generado transformaciones trascendentales en la sociedad mexicana.


Me refiero al gobierno socialista de Felipe Carrillo Puerto, criollo yucateco, hijo de un hacendado, quien se decía descendiente de Nachi Cocom, guerrero maya que combatió valerosamente a los conquistadores españoles.



En 1922 fue electo gobernador de Yucatán, gestando su propia utopía. Carrillo Puerto estaba convencido de que para estar en condiciones de desarrollar plenamente su potencial creativo, los mayas tenían que acercarse al conocimiento de su pasado y comprender que eran los herederos de la grandes culturas que crearon Chichén Itzá y Tulum, y que desarrollaron portentosos conocimientos matemáticos y astronómicos.

Imagen: Felipe Carrillo Puerto


Con este fin se convirtió en un activo promotor de la educación de los niños y jóvenes y de la exploración arqueológica, y construyó carreteras que permitieran a los indígenas trasladarse a las zonas arqueológicas creadas por sus ancestros. Al respecto, Carrillo Puerto solía decir:


Los mayas han despertado. Su civilización antigua es la prueba de que pueden construir cosas bellas y permanentes… es la promesa de que alcanzarán su plenitud y de que tienen la capacidad de hacer de Yucatán un ejemplo, no sólo para México sino para el mundo entero.


La universidad como utopía del conocimiento universal


Tal vez una de las más ambiciosas utopías que ha creado el género humano es la “Universidad”, entendida ésta como el espacio que reúne la práctica de la enseñanza y generación de conocimiento en las disciplinas científicas, humanísticas y artísticas.


Esta utopía parte de la idea de que el conocimiento de los fenómenos de la naturaleza, de las sociedades humanas, del mundo y del universo, deben de ser esencialmente interdisciplinarios, que quienes estudian una ciencia o disciplina, cualquiera que sea esta deben conocer el mundo en el que viven en forma integral.


Bajo este concepto, en 1943, un grupo de académicos de la entonces Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el apoyo gubernamental para la creación de una ciudad universitaria. Toda vez que la UNAM en aquella época se encontraba fragmentada en una diversidad de escuelas de las disciplinas de Medicina, Contaduría, Administración, Enfermería e Ingeniería, entre otros.


Se requería entonces crear el campus universitario que hiciera posible reunir a todas las carreras universitarias.


La construcción del recinto iniciaría formalmente en 1950, en un inmenso terreno ubicado al Sur de la ciudad con una extensión de 733 ha., sobre la lava del volcán Xitle, que había hecho erupción cerca del siglo II d.C.

Imagen: Construcción de Ciudad Universitaria


El campus universitario sería un espacio ideal para la realización de las actividades educativas, de investigación y de práctica académica y alojaría a los institutos de investigación científica, bibliotecas, librería y hemerotecas, y a una diversidad de espacios culturales entre los que se cuentan museos y foros para teatro, música y danza, campos de práctica deportiva, albercas y gimnasios.


Se creaba asimismo una atmósfera arquitectónica propia para la socialización y el esparcimiento, para la concentración y el cultivo del espíritu, que incluía la creación de murales que presentaran la evolución histórica y artística de México.


Esta utopía universitaria constituye hoy en día el mayor recinto universitario de Latinoamérica, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, con una matrícula de cerca de 300 mil estudiantes, que desarrollan sus estudios en forma absolutamente gratuita.

Imagen: Vista aérea de Ciudad Universitaria


Gracias a ello, hoy en día contamos con un recinto de educación superior en el que conviven lo mismo el hijo de un empresario que el de un obrero o trabajador manual. Haciendo posible que un importante porcentaje de jóvenes que demandan educación superior puedan acceder a ella.


Te recomendamos leer:


Roger Díaz de Cosío. Ciudad universitaria, crisol de México. México, UNAM. (De venta en Librerías Gandhi)


Y te recomendamos ver el siguiente video:


Crónicas y relatos de México: Ciudad Universitaria. Producido por Canal 11 y disponible en Youtube.





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