Diego Rivera, no fue solamente el pintor mexicano que retrató la historia de nuestro país y dio a conocer las aportaciones de las culturas indígenas de México a través de sus murales en Palacio Nacional, la Secretaría de Educación Pública y la Universidad Autónoma de Chapingo, por mencionar algunos. Diego Rivera fue, ante todo, un hombre de su tiempo, comprometido con México, que participó activamente de una corriente nacionalista e indigenista del arte mexicano, empeñada en promover en los ciudadanos una conciencia de sus raíces indígenas.
En consecuencia con esta idea, Rivera reunió a lo largo de su vida más de 50 mil piezas de cerámica, piedra, alabastro, ónix y otros materiales, de diversas regiones del país, en especial de los estados de centro y occidente; y concibió, desde una etapa muy temprana, la idea de crear un recinto que albergara su colección e hiciera posible mostrarla al pueblo de México.
Imagen: Algunas piezas de la colección de Diego Rivera
Pero, el recinto concebido por Diego, que llevaría el nombre de Anahuacalli, no era solamente un museo. Era también, su rancho, su estudio y un espacio público para promover las artes, ubicado al sur de la ciudad, en un terreno cubierto de piedra volcánica, cercano a su casa de Coyoacán.
Con estas ideas en mente, Diego Rivera emprendió la construcción de un original conjunto de edificios, alrededor de una gran plaza que tenía un espejo de agua al centro: tres construcciones de baja altura, destinadas a albergar diversas instalaciones del museo y un original edificio de tres niveles, hecho de piedra volcánica del lugar, destinado a albergar su colección arqueológica y su estudio de pintura.
Imagen: El Anahuacalli en la actualidad.
Rivera no pudo ver terminada esta importante obra, que tuvo que ser concluida por su hija Ruth y por el arquitecto y pintor Juan O'Gorman, y que fue inaugurada por el presidente López Mateos, en 1964.
El Anahuacalli, hoy
Al ingresar al edificio mayor sorprende encontrar en su interior diversas habitaciones, cuyo “arco maya” nos evoca el interior de una pirámide prehispánica, en tanto que sus escalinatas interiores nos recuerdan las escaleras que conducen a la célebre tumba del Rey Pakal, en el Templo de las Inscripciones en la célebre ciudad maya de Palenque.
Imagen: Diego Rivera en las escalinatas de marco Maya al interior del Anahuacalli.
De acuerdo con el plan de Rivera, el Anahuacalli ofrece un original recorrido museográfico, en el que encontramos representados los tres niveles de la cosmogonía mexica: el inframundo, el mundo terrenal y el supramundo y en el que el visitante disfruta de la contemplación de la colección de Diego Rivera, presentada bajo un original concepto que armoniza la arquitectura con la museografía.
El visitante se encuentra también con una diversidad de representaciones de las deidades y mitos mesoamericanos, en 26 plafones hechos de piedras de colores provenientes de Taxco, Guerrero. Destaca en el recorrido el estudio del pintor, espacio en el que abunda la luz y en el que podemos observar los bocetos de algunos de sus más importantes murales.
Recorrido del Anahuacalli
A partir de su inauguración en 1964, la Ciudad de México cuenta con este original museo que ofrece al público, más que una exhibición museográfica, la experiencia de recorrer un recinto en el que aparecen representadas algunas de las expresiones estéticas y culturales más representativas de los pueblos mesoamericanos.
Imagen: Sala con murales y piezas precolombinas
Adicionalmente, este museo ubicad al sur de la Ciudad de México, ofrece al público visitas dramatizadas en dos domingos de cada mes. Te recomendamos que consultes la página del museo en Internet en donde encontrarás la información necesaria para planear tu visita a este original espacio de nuestra ciudad capital.
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